La fama en la adolescencia…

… o cómo las personas adolescentes sobrellevan la presión, la popularidad y la exposición mediática.

Llevo mucho tiempo reflexionando sobre esto. Más concretamente desde que Operación Triunfo volvió a nuestras pantallas en 2017. Cuando se empezó a emitir de nuevo el programa me vinieron a la mente una serie de recuerdos que hoy te explico y que forman parte de mi propia historia.

Esos recuerdos me llevaron a una profunda reflexión sobre cómo viven la presión las personas adolescentes y cuáles son sus consecuencias teniendo en cuenta las características de esta etapa. Una cosa llevó a la otra y finalmente me enfrasqué en una mini serie de artículos (este es el primero) en la que te hablo de la presión y la exposición mediática durante la adolescencia.

En esta serie de artículos, no solo hablaré del tipo de exposición que experimentan las personas adolescentes que concursan en programas televisivos como Operación Triunfo, también hablaré de deportistas adolescentes y otras disciplinas en las que encontramos adolescentes bajo una gran presión.

Para enriquecer la reflexión sobre el impacto que estas experiencias dejan en las vidas de las personas adolescentes que las viven, he hablado con algunas personas que han estado en contacto con adolescentes que han experimentado alta presión y cierta exposición mediática. 

Antes de publicar los artículos que tengo preparados, quiero contarte mi propia experiencia al respecto. Siempre digo que el camino hacia las demás personas es más corto si se hace a través de una misma. Así que te invito también a recordar los momentos de tu adolescencia en los que experimentaste algún tipo de presión o de exposición. Así me acompañas.

A mí durante mucho tiempo me provocó vergüenza lo que te explico aquí, pero hoy en día siento ternura hacia la adolescente que fui. Supongo que al hacernos mayores y trabajar nuestra propia historia llegamos a conclusiones interesantes y somos más amables con nosotras mismas. Vamos allá. 

«La presión y la exposición mediáticas tienen un gran impacto durante la adolescencia».

Como seguramente sabrás, Operación Triunfo tuvo su primera edición en 2001, hace 19 años. Yo tenía 22 y era aún adolescente, aunque tardía ya. En aquel momento, además de ir a la universidad, me formaba como actriz y cantante en una escuela de Barcelona.

Cuando empezó a escucharse que se estaba preparando un programa llamado Operación Triunfo yo no había visto nada parecido. Cuando se anunció el casting, entre las aspirantes a actrices y cantantes de mi promoción recuerdo que había dos posturas: la de «esto no va conmigo» y la de «quiero ser parte de esto».

Lo desconocido o te paralizaba o te tiraba para adelante. Yo me quedé entre las de la primera opción, las de «esto no va conmigo». Siempre he sido muy escéptica para algunas cosas. 

Poca gente debía saber o imaginar por entonces lo que era un reality de este tipo, o lo que podría suponer para las personas que participaran y también para las que formasen parte del público.

Cuando empezó el programa, muchas personas quedaron atrapadas por aquellas adolescencias inocentes con toda la vida por delante y un deseo más poderoso que la realidad: cumplir su sueño de ser cantantes profesionales y vivir de la música. 

La salida de las concursantes de la academia y su reencuentro con el mundo real me impactó. Todavía recuerdo sus expresiones y sus reacciones con claridad. Ahí fui consciente por primera vez de lo que significaba la fama sobrevenida. 

Recuerdo que pensaba: «Qué fuerte tiene que ser que tú solo quieras cantar, salgas de esa burbuja televisiva, de repente te encuentres con tantísima gente gritando tu nombre, con un montón de noticias sobre ti y hayas perdido el anonimato e incluso el control de muchos aspectos de tu vida». Hoy sé que en un momento de búsqueda de la identidad como la adolescencia, aquella experiencia debió dejar a sus participantes conmocionadas, como mínimo.

Con todo el conocimiento que tengo hoy sobre esta etapa, también imagino que sus consecuencias debieron ser de muy difícil gestión para las adolescentes que la vivieron. 

Eran las primeras, no tenían referentes. Porque claro, las adolescentes no se proyectan al futuro de la forma en que lo hacemos las personas adultas y no sé cómo se debieron sentir ante la presión y la gran exposición mediática sin poder ser conscientes hasta el mismo momento de producirse.

«Vivir aisladas, encerradas y conviviendo bajo presión con otras adolescentes no es nada recomendable en esta etapa si no se dispone de un buen acompañamiento y apoyo psicológico».

Ya sabes que el tiempo en la adolescencia se mide según la recompensa de la actividad que se va a realizar, según la gratificación idealizada de lo que va a suponer cada experiencia. Por ese motivo aunque las adolescentes de las ediciones actuales ya sepan de qué va todo, aún se sorprenden con la experiencia. El impacto se sigue produciendo. 

Volviendo a mi historia, cuando empezó el programa se puso en contacto con la escuela una productora. Su intención era elaborar un documental explicando la lucha diaria de jóvenes que, con esfuerzo y trabajo constante, llevaban tiempo formándose para ganarse un lugar en el mundo del espectáculo. La idea era ofrecer la imagen de la realidad frente a la idealización del éxito artístico a través de un programa de la tele. 

Me pareció interesante en aquel momento mostrar otra realidad del mundo artístico así que, entre otras personas, yo accedí a participar en el documental sin pensarlo demasiado. Durante unas semanas un equipo me siguió a todas partes con su cámara. Grababan mis clases, mis ensayos, cómo me preparaba en casa, me hacían preguntas, me invitaron a ver un espectáculo para recoger mi expresión de ilusión al final, durante los aplausos… 

Cuando se emitió el documental recuerdo que me sentí fatal. No me sentí nada bien con la imagen que proyectaba. Me sentí ridícula y me morí de vergüenza. No había pensado nada en el momento de la exposición. En el momento en que aquel documental se emitiese y me viese a mí misma. 

Aquello que yo viví es una milésima parte de lo que viven las adolescentes cuando salen de OT, así que no puedo ni imaginar cómo se sentirán algunas de ellas cuando pisen el mundo real después de esa experiencia. Y hoy en día con la locura que suponen las redes sociales debe ser aún más duro. 

Hoy me alegro de no haberme presentado a aquel casting porque de haber sido escogida, por una de aquellas causalidades de la vida, no creo que hubiese estado nada preparada para vivir esa experiencia y enfrentarme al mundo después ella. No llevaba nada bien la presión cuando era adolescente, me bloqueaba y me autoboicoteaba constantemente en situaciones de presión. 

Hoy soy seguidora del programa porque me encanta el formato y espero que se acompañe bien a las adolescentes que decidan presentarse y participar. Aunque ya tengan 18 años y puedan aceptar legalmente las condiciones de un contrato que las vincula a determinadas circunstancias, desde mi punto de vista profesional, dudo que todas entiendan exactamente la intensidad de aquello a lo que se enfrentan. Espero que tengan el apoyo que necesitan y que se las ayude a gestionar lo que pasa antes, durante y después.

Vivir encerradas durante mucho tiempo, con un grupo reducido y desconocido, expuestas públicamente, sometidas a presión constante, a un cambio inmediato de rutinas, sin sus personas referentes seguras y sin saber exactamente lo que sucede fuera no es nada recomendable durante la adolescencia. 

Durante años he trabajado organizando campamentos y campos de trabajo con personas adolescentes y acompañándolas durante los días de convivencia. Gracias a mi experiencia puedo asegurar que es todo un reto, incluso con acompañamiento, gestionar las diferentes circunstancias y etapas por las que pasa el grupo durante el período de convivencia.

Si ya así la situación es compleja, en programas como OT imagino que la presión por exposición mediática y por la necesidad de obtener resultados en poco tiempo en contra de las necesidades biológicas de esta etapa debe poner las cosas bastante más difíciles. Puede resultar complicado a pesar de que al final podamos hacer una lectura positiva de la experiencia si conseguimos asimilar lo que va sucediendo durante, o posteriormente, con acompañamiento. 

Espero que esta mini serie de artículos que empieza hoy con mi propia experiencia te haga mirar a las adolescentes de tu vida con cariño cuando están sometidas a cualquier tipo de exposición o presión en su día a día. También espero que te aporte y te ayude a comprender un poquito mejor la adolescencia y la necesidad de acompañarla bien. 

¿A ti la presión te paralizaba o te impulsaba cuando eras adolescente?

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