Hablar de sexo con adolescentes

Hablar de sexualidad con personas adolescentes es todo un reto. En primer lugar, porque no sabemos cómo ponernos. En segundo, porque querríamos no tenernos que poner. En tercero, porque ellas preferirían que no nos pusiéramos. Les provoca una vergüenza monumental vernos haciendo esfuerzos para hablar con naturalidad de algo de lo que no habíamos hablado hasta el momento, o de lo que habíamos hablado poco, de forma superficial o refiriéndonos a otras personas. 

Hablar de sexualidad con adolescentes es difícil si, además, eres su madre. Por un lado, porque te pone en la tesitura de aceptar que, la que hasta hace dos días era tu dulce niña, ahora mantiene relaciones sexuales. Por otro, porque es un tema íntimo que toca prácticamente todas las teclas delicadas de la adolescencia.

La vergüenza intensa suele tocar la tecla de la agresividad y pueden soltarnos alguna que otra fresca, de esas que nos suelen dejar a cuadros. La falta de naturalidad y el apuro con los que las personas adultas solemos afrontar estos momentos suelen tocar las teclas de varias características del pensamiento adolescente (te recuerdo que las frases en rojo te llevan a otras páginas con la información correspondiente, haz clic y lo comprobarás)

Entonces, aparecen las miradas de: “¿pero qué me estás contando?”,  “Anda, no me ralles”, “Pero si sé más yo que tú”, “Pero que a mí no me va a pasar”, “Yo paso de eso”, “Que ya lo sé, mamá”, y otras cosas por el estilo que te ponen nerviosa o te hacen sentir triste.

Después de todo el esfuerzo que has hecho, ellas no valoran que estés ahí, pasando un mal trago, para asegurarle una adecuada iniciación al mundo de la sexualidad. No te escuchan y parece que no les importa hablar del tema contigo. Es más, incluso parece que les molesta sobremanera. 

Hay que tener en cuenta que se suele abordar el tema de repente, sin haberse preparado para ello, cuando queda al descubierto la funda de un preservativo debajo de su cama o en la papelera del baño. O cuando sueltan a bocajarro que quieren ir a la ginecóloga. O cuando son descubiertas in fraganti al abrir la puerta de su cuarto sin piedad, ahí la realidad te da de bruces y te deja congelada. 

Se suele empezar a hablar de sexualidad demasiado tarde. Como si el hecho de no hablar de ello pudiese hacer que no se iniciasen o se iniciasen lo más tarde posible, aunque, como siempre en estos casos, “cuanto más tarde mejor” implica una buena dosis de sustos, otra de prisas y la posibilidad de que se genere un vacío incómodo en la comunicación con las personas adolescentes de tu vida. 

Se suele hablar de sexualidad con ellas en lenguaje adulto, lleno de discursos, advertencias, peligros y olvidamos hablar del placer, de la intimidad, del respeto, del consentimiento, de las diferentes opciones en las que pueden sentirse cómodas. No se usa su lenguaje, el lenguaje de las adolescentes del siglo XXI, y ellas intentan acabar con la conversación lo antes posible. Ahí te sientes triste y no entiendes por qué no quiere compartir contigo algo tan importante.

No hay una manera estándar para hablar de sexualidad con las personas adolescentes de tu vida, más cuando la sexualidad no se ha ido incorporando ya a las conversaciones familiares desde siempre con naturalidad. A pesar de eso, hay algunas cosas que puedes hacer para facilitarte la tarea y cuidar vuestro vínculo: 

  1. Abordar el tema con el menor énfasis posible, de forma breve, dejando claro que es algo natural, manteniendo a raya lo máximo posible tus emociones de susto y/o tristeza y/o sorpresa y dejando claro que estás disponible para ellas si tienen cualquier duda y necesitan tu apoyo para lo que sea. Aunque cueste y quieras decirle mil cosas, respira, recuerda el mantra y evita los dramas. Si lo necesitas, déjate ayudar, cuidar, habla con alguien que pueda acompañarte. Es un momentazo y es natural que tú también sientas intensamente, no tienes por qué pasarlo sola. No estás sola.
  2. Dejar información a su alrededor sin hacer explícito públicamente que es para ellas (libros, revistas, documentales, etc.).
  3. Darles opciones externas al núcleo familiar para que se informen como teléfonos de centros/profesionales donde puedan acudir si lo necesitan y les da vergüenza acudir a vosotras. Para que la confianza venza a su vergüenza y te cuente las cosas sin tantas reservas se puede trabajar en la comunicación siguiendo una serie de pautas que te explico en mis conferencias
  4. Fomentar debates en torno a temas relacionados con las relaciones, la identidad sexual, el sexo, para que puedan reflexionar en voz alta y posicionarse sin sentir que estamos hablando de ellas. Escuchar en esos momentos nos da mucha información relevante y nos ayuda a acompañarlas como necesitan. 

Es importante que, aunque nos quedemos cuajadas cuando nos enteramos, podamos recuperar las riendas en ese momento para facilitar su iniciación y evitar que esta noticia llene de tensión la relación. 

Además,  hoy en día existen oportunidades fabulosas de profesionales especializadas en sexualidad que organizan congresos como este, de La otra educación, dirigido a adolescentes de entre 12 y 18 años, y en el que hablan de una batería inmensa de temas relacionados con la afectividad y la sexualidad. Así se reparte la responsabilidad y no te lo cargas tú sola sobre las espaldas. 

Hablar de sexo con adolescentes puede parecer incómodo y puede dar pereza, pero es una parada obligada en algún momento del camino de acompañar a las personas adolescentes de tu vida. Además, es un momento que será recordado y evocado en su vida adulta, que dejará un buen sabor de boca en tanto en cuanto puedas ver la oportunidad que hay en él, lo mires con buenos ojos y entiendas que puedes hacer mucho por ellas para que vivan su sexualidad de la mejor forma posible durante el resto de su vida

Te explico todo lo que te será útil saber sobre la adolescencia para acompañarla como necesita, incluyendo pautas prácticas de uso diario en casa, en mis conferencias

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